Frente a las ofertas de tres barras a un euro de los puntos de venta de pan precocinado de las gasolineras y las grandes superficies y la desaparición de las tiendas de barrio donde tradicionalmente se compraba el pan a diario, Panadería Santiago lo tiene claro. Calidad, artesanía y estar muy cerca de sus clientes han sido su clave del éxito. De hecho, todo el esfuerzo se destina a una distribución localizada sólo en Antequera y cuatro municipios cercanos de la comarca.
Si tuvieran que añadir una etiqueta a cada barra de pan con los ingredientes y el modo de elaboración de cada producto siempre se repetiría la misma frase: “sólo masa madre elaborada a partir de harina, agua, levadura y sal, ni conservantes ni colorantes”. Parece fácil, pero la experiencia heredada de los maestros de José Granados e Inmaculada Delgado y las décadas de trabajo incansable diario les permiten marcar la diferencia. La selección de la materia prima y el tiempo de fermentación y paciente reposo son la clave. Eso y la distribución inmediata del pan recién hecho a los puntos de venta y cafeterías ubicadas en enclaves estratégicos para mantenerse muy cerca de cada cliente.